20 may 2013

LIGA SOCIALISTA REVOLUCIONARIA: REFLEXIONES ANTE LA MUERTE DEL GENOCIDA VIDELA

Estimad@s tod@s: 
Quiero hacerles llegar algunas reflexiones personales, que incluyen también lo recogido en un intercambio de opiniones que alcanzamos a hacer entre los compañeros que tenían reunión durante este fin de semana en la Liga.
Antes que nada quiero decir que la muerte de Videla, a los 87 años, por el simple decurso de la biología, nada me cambia ni me produce la menor emoción. Es positivo, sí, que haya muerto en prisión, donde deberían estar todos los que pergeñaron, participaron, apañaron, colaboraron... con la última dictadura y el genocidio, y con los responsables y ejecutores de los miles de asesinatos que cometen en los barrios pobres día tras día, en estos días, en la actualidad, las fuerzas represivas que jamás cambiaron su esencia de instituciones dedicadas a cuidar el orden social en aras de la defensa de la propiedad privada de los grandes medios de producción y de cambio que mantienen el poder en el país.
Lo que sí me ha provocado "emociones" es la cantidad de adjetivos y caracterizaciones que se han vertido en torno a la figura de Videla en estos días, en tres aspectos en especial.
  • "Sanguinario", "Perverso", "la figura más nefasta", "el dictador más cruel"... 
  • "Murió sin arrepentirse de nada"
  • "Se llevó muchos secretos a la tumba"
Más allá de la validez o no de los calificativos, creo que desvían por completo la atención de lo que realmente ocurrió en el país en aquellos años. 
Videla no fue, en particular, un general "perverso" y "sanguinario", que actuó motivado por su intrínseca "sed de sangre". Por su propia formación cristiana y moralista, no creo que haya participado en forma directa en ninguna ejecución, ni sesión de tortura. Él comandó el plan sistemático de exterminio que había sido ordenado por decreto 2772 del vicepresidente constitucional Ïtalo Luder (en ejercicio de la Presidencia). Ése y otros decretos que lo precedieron, fueron ratificados por el Congreso de la Nación el 29 de octubre de 1975.
Videla fue un fiel sirviente de la clase social cuyos intereses deben defender las Fuerzas Armadas, por definición constitucional. 
Videla cumplió fielmente con ese servicio, cuando los intereses de la clase capitalista se veían seriamente amenazados por una clase obrera que no cesaba de luchar, y que se organizaba crecientemente alrededor de postulados clasistas y revolucionarios. Por eso, combatió a la "subversión apátrida" que se agrupaba en organizaciones guerrilleras y, sobre todo, combatió, torturó y desapareció, a miles y miles de activistas y delegados antipatronales y antiburocráticos, que perturbaban el interés de los grandes capitalistas.
El golpe de Estado de 1976 no fue una "iniciativa loca" de Videla. El golpe fue llamado por TODA la burguesía del país. Fueron TODAS las cámaras empresariales de la Argentina las que realizaron el más grande lock out patronal del que tengamos memoria, el 16 de febrero de 1976. Se cumplió en todo el país y no hubo sector que quedara por fuera: TODAS, TODAS las cámaras empresariales capitalistas participaron del llamado. Y el mensaje era uno solo: voltear al gobierno de Isabel Martínez de Perón e instaurar una dictadura militar, mediante lo que en aquella época se denominaba "el partido militar". Éste, dicho sea de paso, tenía múltiples intereses en su seno, dependiendo de los sectores capitalistas a los que estuviese ligado, y también de los intereses políticos que representaban. Por eso, las tres fuerzas actuaron como un cuerpo colegiado, y eligieron a un general sin ambiciones personales para arbitrar entre todos ellos: Videla.
Entonces, ¿de qué debería arrepentirse Videla? Más aún, ¿qué significaría si mostrara "signos de arrepentimiento"?
Si Videla hubiera dicho, en el transcurso de los juicios, "me arrepiento de las vidas segadas por mi política"... ¿alguien en su sano juicio le hubiera creído?
La única muestra de "arrepentimiento" que podría haber mostrado Videla, es que hubiese aportado datos acerca del destino de los desaparecidos, aunque sea del destino de uno solo de los cientos de niños apropiados. El "arrepentimiento" sería una cuestión práctica, no declamativa ni "de fe".
Nada de esto ocurrió, por supuesto. Y tampoco fue ésta la política y los objetivos de los juicios a los genocidas. Jamás se los indagó en torno a ello. Los juicios cumplieron el cometido de "demostrar" la culpabilidad de los juzgados en tales y cuales causas (Olimpo, La Perla, Vesubio, Esma, etc.). Pero con eso, más allá de satisfacernos con el hecho de que unos cuantos genocidas terminen sus días en prisión, NADA AVANZAMOS EN UN SENTIDO DE JUSTICIA, que significa en primer lugar, para mí, conocimiento de LA VERDAD. Por eso tampoco se puso jamás en el banquillo de los acusados a la propia Iglesia Católica como institución (y no sólo juzgar y condenar a un VonWernick). La clave de los juicios nunca se enfocó en conocer LA VERDAD; de lo contrario, se hubiera indagado en la búsqueda de los archivos de aquellos años; archivos de los que no sólo podía dar pista Videla sino muchos otros que siguen con vida. Y más allá de si la biología determina que siguen vivos o muertos, la Iglesia Católica sí sigue viva y es la que puede aportar toda la MEMORIA del genocidio, al que ella bendijo sin contradicciones, coherente con su historia de "la cruz y la espada" desde la conquista de América, pasando por su estrecho vínculo con el nazismo. El Vaticano ha hecho su autocrítica, podrán decirnos muchos. Pero eso son meras palabras, si la Iglesia no aporta los archivos manchados de sangre que obran en su poder. Se dice que muchos archivos de la represión, en la Argentina, fueron destruidos por los militares antes de verse obligados a dejar el poder. Pero no caben dudas de que la Iglesia conserva todo; entre otras cosas, porque es lo que le permite seguir vinculado al poder, gobierne quien gobierne, y con el régimen político que sea (monarquías feudales, repúblicas capitalistas, democracias liberales o regímenes fascistas). Nunca los juicios demostraron, hasta ahora, la menor intención de indagar en estos terrenos.
Vinculado con todo esto, es muy preocupante el insistente argumento de que Videla "se llevó secretos a la tumba". Parecen querer decir con esto, que muerto Videla ya no hay posibilidades de avanzar en el conocimiento de la verdad, como si todo se resumiera en su figura.
Creo que con todo esto, se quiere enterrar, junto al cadáver maloliente de Videla, la responsabilidad de todos los que siguen vivitos y coleando: la gran burguesía explotadora, el Vaticano, y los grandes partidos tradicionales (el PJ y la UCR; y todos sus representantes que se parecen a "el regreso de los muertos vivos") que le aportaron cientos y cientos de intendentes a la administración de la dictadura genocida de 1976-1983.
En síntesis, Videla ha muerto, pero el sistema social explotador que él defendió en aquellos años, sigue vivo, y sigue teniendo el poder en la Argentina.
Nuestra lucha no puede contentarse con la muerte de un viejo general, sino que hay que darla redoblada hasta el entierro definitivo de la sociedad explotadora que le da nacimiento a todos los genocidios que ha padecido y padece la humanidad.

Para aportar a la comprensión de aquella época, adjuntamos un archivo PDF con tres artículos publicados en Bandera Roja Nº 51 (18/3/2001): uno en torno a la publicación del libro El Dictador, de María Seoane en enero de 2001; un texto de JORGE GUIDOBONO sobre el carácter colegiado de la dictadura de 1976; y una caracterización de la política sobre Derechos Humanos que se anunciaba en aquel año y es la que han venido llevando adelante las administraciones Kirchner.

Esperando sus opiniones, les envío un fraternal abrazo,
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Liga Socialista Revolucionaria

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