3 jun 2016

NUEVO NUMERO DE EL COMBATIENTE

El Combatiente Nº 70- Editorial
En el año 2013, durante el gobierno de Cristina Fernández, fue promulgada la Ley 26.849 que aprobaba el aumento de la cuota “societaria” al Fondo Monetario Internacional y autorizaba la “reasignación” de fondos del presupuesto nacional para pagarla, una elegante manera, muy legal por supuesto, que encontraba el anterior gobierno para lograr dos objetivos: hacer lo que se le daba la gana con el presupuesto y destinar recursos que eran para otras cuestiones para mantener la relación con el FMI. Si recordamos, por entonces era muy cacareado no sólo que el país no le debía nada, sino que no tenía relaciones con ese organismo de crédito internacional, una monumental mentira que nosotros denunciamos, recordando que el FMI hasta tenía una oficina fija en el edificio donde funciona el Gabinete de Ministros. Ni nunca se fue Argentina del FMI ni el FMI nunca se fue Argentina y es por eso que se paga anualmente una abultada cifra, sólo para “pertenecer” a tan prestigioso organismo de rapiña internacional.
El antecedente quedó, como la ley. El nuevo gobierno, más que dispuesto a endeudarse, hizo lo que era una obviedad: se amparó en esa ley que SIGUE VIGENTE, metió mano a discreción en el presupuesto nacional, reasignó las partidas y lo destinó al FMI alegremente sin tener que darle ninguna explicación a nadie… ¿Quién podía tener autoridad moral para cuestionarle la aplicación de una ley que había quedado como “herencia” del anterior? Además, mantenerse con los pies adentro del plato le permite pedir préstamos como un “socio” más dentro del organismo…
Hablando en criollo, nunca estuvimos fuera del FMI… Los gobiernos burgueses, sean del color que sean sus banderas, no tienen ningún problema en mentirnos. El actual, no hace más que echar mano a las leyes pre existentes, parte de la herencia de la que tanto se queja, como la mayoría de las normas burguesas que no sólo no nos benefician en nada, sino que además embargan nuestro futuro y el de nuestros hijos. En total sintonía con el anterior, oficializó el aumento de la cuota al Fondo Monetario Internacional en la cifra de 1500 millones de dólares y la cuota de participación en dicho organismo quedó ahora en U$S 4.800 millones que pagó religiosamente, una noticia que, en medio del resto de medidas que toma, casi pasó desapercibida.
No conforme con este desembolso, en abril el gobierno abonó sin titubear 9.300 millones de dólares para cancelar los acuerdos con bonistas minoristas, incluyendo los acreedores italianos representados por Nicola Stock y los fondos buitre, entre ellos, NML Capital, de Paul E. Singer, que se quedó con el mayor monto: aproximadamente 2.426 millones de dólares.
Unos nos hablaban de “honrar” las deudas y otros de “salir del default” como si los acreedores no fueran especuladores que compran deudas a precios irrisorios y luego reclaman el pago nominal más los intereses. Pero nada es casual, para la burguesía local, “honrar” las deudas equivale a honrarse a sí mismos, dado que entre los supuestos inversores están los nativos. De allí la premura para pagar: no sólo les da piedra libre para tomar deuda nuevamente, sino que además se benefician con una buena diferencia por ser socios en el negocio. Y ellos desembolsan, pero los que en realidad pagamos somos nosotros, los trabajadores que producimos y a quienes nos extraen plusvalía.
Tanto tienen de parecido que aquello de usar fondos del ANSES para financiar gastos del estado, que mucho le criticamos al gobierno anterior por no conceder el 82% móvil a los jubilados bajo el argumento de que no había fondos para hacerlo, ahora lo ejecuta Mauricio Macri tan impunemente como antes, con la única diferencia de que ya no critica más este tipo de medidas porque las toma él y no Cristina Fernández. El actual gobierno emitió Letras del Tesoro por 526,4 millones de dólares en suscripción directa al Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Sistema Integrado Previsional Argentino, cuyo primer tramo de 394,9 millones de dólares se colocó el 21 de abril y su segundo tramo de 131,5 millones de dólares cuatro días más tarde. Es que el “derrame” de capitales del exterior no llega y a Mauricio Macri no sólo que no le dan las cuentas, sino que a poco de andar llegó a la misma conclusión que el gobierno anterior: los trabajadores somos una fuente inagotable de recursos para echarles mano.
NINGUNA de todas las medidas del gobierno han sido pensadas para trabajadores y pobres, sino todo lo contrario: aparte de la fabulosa transferencia de recursos de nuestros bolsillos a la oligarquía de la bosta a través de la devaluación, que les concedió más de 60.000 millones de pesos anuales adicionales, se suman el pago a los organismos internacionales, las paritarias que no logran cubrir lo ya perdido por la inflación y la incapacidad de detenerla. Todo genera un clima de inestabilidad social que pone al gobierno en una situación cada vez más riesgosa de estallido.
Lejos de la llegada de capitales que lo salven, ya comienzan a postergar la tan cacareada “recuperación” y es el propio Ministro de Economía el que tuvo que salir a advertirlo. Ahora hablan del segundo semestre como la gran promesa de salvación de la economía, mientras en el mundo el capitalismo está en crisis de superproducción y la burguesía financiera financia guerras de rapiña para mantenerse. Entre esas guerras, también está la disputa de los capitales que se alojan en paraísos fiscales. Así es que salieron a la luz las denuncias de los Panamá Papers que salpicaron, entre otros, al propio presidente y su familia, al intendente de Lanús y otros funcionarios que establecieron empresas offshore para evadir impuestos y blanquear dinero negro. La renuncia del presidente de Islandia, que debería ser imitada por todos los políticos involucrados, no fue seguida, precisamente, por NINGUNO de los argentinos en ejercicio de funciones públicas, lo que demuestra que si algo tampoco tienen es dignidad y vergüenza. Las denuncias de los Panama Papers no son una casualidad: el imperialismo disputa la hegemonía de los paraísos fiscales a Panamá y esa rapiña tiene una base material, SU CRISIS. Si consideramos que esa disputa se da dentro de un contexto internacional de recesión y que este gobierno ha reestablecido las relaciones carnales con el imperialismo creyendo que lo va a salvar, es fácil colegir que los capitales tan ansiados ni llegarán ni se derramarán en lo absoluto para salvarle las papas a Macri, aunque sea el primero en decir presente ante el golpe blando de Brasil tratando de hacer buena letra ante el gendarme del mundo.
Muestra de lo que sostenemos son la reconsideraciones del gobierno respecto de las relaciones internacionales y comerciales con Rusia y China. Antes de ganar el ballotage, en noviembre de 2015, se fueron de boca y pusieron el grito en el cielo ante los acuerdos que firmaba su antecesora. No dudaron en amenazar a ambas potencias con “revisar” todos los contratos que establecieron con el gobierno anterior con miras a dejar más de uno sin efecto. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que cambiaran de posición: corriendo mandaron a Malcorra a Moscú y el 11 de abril estaba reuniéndose con Lavrov y empresarios para continuar la “excelente relación bilateral” argentino-rusa… No queremos imaginar la sonrisa socarrona de Putin ante tamaño panquequismo…
Y con China no fue demasiado distinto: por falta de pago a lo establecido en los contratos ya firmados, casi entran en lo que se llama “cross default”, una cláusula que establece que cuando un deudor no paga, inmediatamente el acreedor tiene el derecho de exigirle la devolución de lo prestado. Y, como hemos informado en anteriores números, China le ha prestado dinero a la Argentina. Al cierre de estas líneas, Malcorra ya está preparando las valijas nuevamente, esta vez rumbo a Pekín para terminar de achicar las diferencias con las autoridades de ese país y cerrar definitivamente los contratos para la continuación de los proyectos de construcción de las represas Cepernic y Kirchner en Santa Cruz.
La necedad de Macri y sus funcionarios choca con la realidad una y otra vez, sea a nivel internacional o nacional. Cual elefantes en un bazar avanzan imponiendo un plan económico que agudiza la pobreza de los que ya eran pobres y crea otros nuevos que se suman a las huestes de los desamparados del país. En tan sólo cinco meses de gobierno Macri logró empujar a la miseria a 1.400.000 personas convirtiéndolas en nuevos pobres. Después de un estudio del mercado laboral, la consultora Tendencias Económicas y Financieras llegó a la conclusión de que entre enero y marzo los despidos superaron los 127 mil trabajadores, entre los que se cuentan 50.000 obreros de la construcción, 11.000 metalúrgicos, 3.200 petroleros, 30.000 estatales, 2.400 trabajadores de Atucha y el resto se distribuyen entre pequeñas y medianas empresas, despidos cuenta gotas y cierres de plantas fabriles, comercios y achicamientos de personal de híper mercados, entre otros.
La apertura de las importaciones destroza, por su parte, a las metalúrgicas en particular y, en general, a las pequeñas y medianas empresas que son las que contratan al 75% de los trabajadores disponibles en el mercado laboral, situación que también empuja a la pobreza a vastos sectores proletarios. Es en este marco cuando las centrales obreras se ven impulsadas a convocar a una movilización que logró concretarse el 29 de abril, no sólo empujadas por los trabajadores, sino también y en bambalinas, especialmente, por el sector de pequeñas y medianas empresas. Nada zonzos los dirigentes cegetistas le tomaron el pulso a sus supuestos representados e intentaron despegar de su apoyo no tan tácito al gobierno y a Macri en particular. Moyano, quien en febrero se atrevió a sostener que "Nosotros no peleamos con ningún gobierno a los 50 días de su asunción", apenas 60 días después terminó diciendo que "Al que se ponga en contra de los trabajadores lo vamos a enfrentar", dando vuelta sus propias palabras. ¡Otro panqueque para no confiar!
Pese a todas las agachadas de la mayoría de los dirigentes sindicales (hacemos la salvedad de ATE, que encabezó la lucha de su sector con dos paros nacionales con movilizaciones masivas el 24 de Febrero y el 19 de Abril) la movilización convocada por “el día del trabajador”, un eufemismo que usaron las centrales cegetistas para no decir marcha de protesta contra las medidas económicas del gobierno, fue multitudinaria, contundente y se replicó en las principales ciudades del interior del país donde tuvieron las mismas características. Y eso no es casualidad, sino la respuesta de los trabajadores ante una política estrictamente liberal, ortodoxa y dispuesta a arrancarnos todas nuestras conquistas y a enterrarnos en la miseria para mantener la tasa de ganancia de la burguesía.
Muchos comparan este gobierno con el de Menem que, si bien se parecen, no son lo mismo, desde el CEO gabinete, hasta la falta de recursos: Menem tenía, en su momento, empresas para privatizar, pero a Macri no le quedan ni joyas de la abuela para liquidar ni margen de maniobra internacional para reactivar una economía en recesión. Es en ese panorama en el cual se dan los insostenibles tarifazos de luz, gas, agua, telefonía y otros rubros que aumentan al compás de la inflación mientras aún hay gremios que no cierran sus paritarias por falta de acuerdo, como también el cierre de numerosos programas sociales pensados como paliativos de los más pobres que, ahora, se ven despojados de todo. Macri no para ni de despedir trabajadores ni de cerrar programas de contención, una política que no sólo trae consecuencias presentes, sino que es el mejor caldo de cultivo para conflictos sociales en aumento y en el futuro.
En lo que va del año varios hechos fueron fusibles para manifestar el descontento popular con características masivas como hace décadas no vemos. Para el 40º Aniversario del golpe de estado y como reflejo de la dispersión del campo popular, se convocaron dos marchas pero, en los hechos, fue una sola como consecuencia de la masividad de la gente que se reunió y marchó desde Congreso a Plaza de Mayo. Los medios hablaron de 250 mil personas encolumnadas en la marcha peronista y la del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Ni siquiera pudo triunfar la tendencia a la dispersión porque los convocantes se vieron superados por las masas que asistieron algunos encolumnados y otros autoconvocados hasta conformar, pese a todo, una sola marcha.
La otra convocatoria, en Comodoro Py, a la que según los mezquinos macriclarinistas asistieron 20.000 personas y según los convocantes 350.000, es para tener en cuenta, más allá de lo que pensemos, estemos o no de acuerdo con el objetivo de dicha convocatoria. Lo que no puede negarse es que los movilizados son parte de este pueblo que, lamentablemente, cuenta con muy pocos dirigentes que lo convoquen a movilizarse contra los despidos masivos, la destrucción de fuentes de trabajo o la pobreza desbocada en la que nos están sumergiendo Macri y sus CEO ministros. No nos preocupa la estética del acto, si dejaron basura, si el peinado de Cristina fue más o menos natural, si la "dureza" de su discurso contra Macri estuvo a la altura de las circunstancias o si los empujones a una provocadora televisiva fueron más o menos correctos. Nos preocupa la absoluta falta de autocrítica con la que se homenajea a una dirigente que dejó una bomba de tiempo armada, calculando la explosión, para volver como si fuera una revolucionaria como Rosa Luxemburgo. Nos preocupa que la adoración mágica a una dirigente esté revestida de una ceguera que les impida ver que la bomba que hoy nos estalla la vida es su responsabilidad por todo lo que no se hizo antes y también por lo mucho que dejó como antecedente para que el gobierno de hoy utilice en favor de la burguesía más concentrada.
La tercera convocatoria masiva fue la de las centrales obreras que ya describimos y la cuarta acaba de suceder: la realizada en defensa de la educación universitaria pública, la exigencia de mayor presupuesto y el rechazo a las paritarias de la vergüenza con que el ministro Bullrich pretendió conformar a los trabajadores de las casas de altos estudios de la nación. Los universitarios llevaron a cabo un plan de lucha que incluyó paros, clases públicas callejeras y movilizaciones en todas las ciudades del país donde haya universidades nacionales. Bullrich les ofreció un 15% de aumento a los docentes que, por supuesto, rechazaron de plano, aunque apenas pasadas unas horas de las movilizaciones se vio obligado a reabrir las paritarias y volver a sentarse con los gremios. Ahora ofreció un 18% a partir de junio, que incluye el 2% por cargo de jerarquía, y luego un 15% a partir de diciembre, con lo que llegarían a un 34%. Al cierre de esta nota está por verse la decisión de los gremios que nuclean a los universitarios respecto de la propuesta ministerial.
Si mencionamos estos cuatro hitos de movilizaciones masivas es porque son para tener en cuenta, dado que desde hace décadas no vemos semejante disponibilidad social para la conmemoración o el reclamo colectivos. Y es necesario detenernos a pensar sobre ello, porque expresa el creciente descontento, especialmente de los trabajadores que han tomado las calles por mano propia convirtiéndose, aun desorganizadamente, en la vanguardia de la protesta. Así, el tan mentado Proyecto Antipiquetes de la otra Bullrich, la Ministra de Seguridad doña Patricia, ha pasado sin emitir ni un solo quejido al más recóndito rincón del arcón de los recuerdos. Sin pena y mucho menos gloria, nadie más lo ha mencionado y no pasó de ser un ladrido en la oscuridad que enfrenta el gobierno ante la creciente movilización social.
También, fruto y producto de estas expresiones populares de rechazo a la política económica, sale el “urgente” proyecto de ley antidespidos que hasta logró unir al peronismo como una sola V para votarlo por unanimidad en el senado. Es que el miedo tiene cara de hereje y más importante que terminar siendo objetivos de críticas, algo que hace perder votos con el paso del tiempo, es mantener el control social: si las movilizaciones no sólo se acrecientan, sino que se hacen cada vez más seguidas, toda la gobernabilidad se les va al tacho y en la volteada no se salvará nadie, como en diciembre de 2001. Entre idas y venidas, el proyecto pasó de senadores a diputados y recién dentro de una semana se sabrá si es aprobada o no, dado que para conseguir la mayoría necesitan juntar los votos de Massa a los del FPV, pero el massismo quiere un frankestein que incluya la protección a las PYMES, como si trabajadores y patrones fuéramos lo mismo. Mientras, Macri no sólo ha prometido vetar la ley en caso de que sea aprobada, sino que intentó en vano detenerla con un acuerdo de partes con algunos empresarios y un puñado de dirigentes sindicales traidores. El acuerdo a las 48 horas era violado por sus firmantes que siguieron despidiendo trabajadores, lo cual dejó claro que el papelito no servía para nada, que ningún empleador será punible y que todo sigue igual pero con más hipocresía, algo de lo que este gobierno hace alarde junto con su alta dosis de cinismo. Apelar a la firma del acuerdito es una muestra de debilidad de la burguesía, no de fortaleza: está aterrada ante la creciente movilización social, pretende con un papelito contener a las masas de trabajadores que salen una y otra vez a la calle. Por último, era tan irrisorio y absurdo, tan poco creíble, que solito se fue a acompañar al Proyecto Antipiquetes al arcón de los recuerdos. Ambos planes burgueses muertos de muerte natural antes de nacer.
Si algo hay que remarcar es que la “gobernabilidad” no se logra sólo ganando elecciones: se necesitan acuerdos con otras fuerzas para que ello sea posible. Y esos acuerdos existen entre legisladores de ambas cámaras y entre la mayoría de los partidos burgueses. En virtud de ellos fue el contundente apoyo que obtuvo Macri por parte de los senadores del FPV para su proyecto de ley de pago a los fondos buitres. Estos acuerdos cuentan como antecedente lo sucedido en la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, en donde el PRO y el Frente para la Victoria acordaron innumerables normas, como la rezonificación de terrenos ferroviarios, préstamos para obras en el arroyo Vega, la venta del edificio Del Plata para levantar el Centro Cívico, la cesión de un predio del Parque Roca para un centro de transportistas que ya está en marcha, la VENTA de tierras cercanas a los ferrocarriles ubicados en Palermo, Caballito y Liniers con fines de urbanización e inmobiliarios, etc. Es decir, para ninguno de ellos es algo nuevo, están acostumbrados a “consensuar”, otro eufemismo que encubre la reciprocidad entre ambas fuerzas cuando votan en conjunto. Porque a cambio del voto para el pago a los fondos buitres, los senadores provinciales recibieron la promesa del envío de fondos a sus asfixiadas provincias.
El descrédito de los varias veces fracturados diputados del FPV es creciente, junto con el de los “nuevos” pero viejos dirigentes del Partido Justicialista que prometió elecciones internas y terminó autoproclamando autoridades sin que ni un solo afiliado pasara aunque más no fuera cerca de una urna para elegirlos. Ellos cosechan sospechas y los legisladores del PRO y de Massa, repudio de la masa de trabajadores. El resultado sigue siendo el desconcierto político en la base peronista, los desaciertos a la hora de defender sus intereses como trabajadores y la imposibilidad de generar nuevos líderes que luchen contra todas las injusticias de este gobierno aliado con sus propios dirigentes.
Como si fuera poco todo lo que nos abruma, el gobierno, fiel al viejo lema del nazi Göebbels “miente, miente que algo quedará”, nos envuelve en una detrás de otra cortina de humo azuzando culebrones de corrupciones varias, como si cualquiera de sus funcionarios fuera impoluto y no socio de offshores, especuladores de dólares a futuro, patrones de empresas textiles clandestinas con trabajo esclavo (como la primera dama, por ejemplo) o traficantes de influencias, drogas y/o armas, etc. De denuncia en denuncia, padecimos primero el caso Nisman para pasar, cuando se agotó y salieron a la luz la corrupción del ex fiscal y sus colaboraciones con la CIA, al caso Báez, con el que llenaron pantallas por meses e hicieron correr ríos de tinta en sus medios burgueses. Y ahora se avecinan nuevos culebrones que involucran a los funcionarios del anterior gobierno, pero NADA dicen de sus empresas en paraísos fiscales; del negociado del CEO ministro Aranguren que por la provisión de gas cerró con Chile un trato 128 veces más caro que el que ofrecía Bolivia, cuando Chile ni siquiera es productor de gas y lo triangula a través de la empresa a la que pertenecía Aranguren: Shell; de las empresas vigentes en paraísos fiscales de los Macri, incluyendo al propio presidente o de las que tienen sus funcionarios y hasta un intendente. Estas cortinas de humo atrapan a más de uno que sigue la zaga del culebrón esperanzado sin considerar que la justicia ES BURGUESA, que no está pensada para poner preso a ninguno de ellos, que muchos de esos negocios SON COMPARTIDOS por ambos supuestos bandos, los que gobernaron antes y los que gobiernan ahora y que son SOCIOS en la corrupción de la cual todos forman parte.
Éstos son los gobiernos que tendremos hasta la toma del poder” dijo Santucho alguna vez y sus dichos, lamentablemente para todos nosotros, no han perdido vigencia, han tomado vigor y acumulado experiencias que los ratifican. Porque de eso se trata: del PODER, de quién lo tiene, de qué clase lo detenta. Hoy, en este sistema, sigue siendo la burguesía quien lo tiene. El poder no está en el gobierno de turno, sino en los propietarios de los medios de producción, aquéllos en condiciones de explotarnos y extraernos plusvalía que son, a su vez, los que tienen un estado a su medida, con gobiernos títeres y socios, cómplices o partícipes necesarios administrando sus intereses de clase. Decir estas cosas a muchos les suena anacrónico y por eso nos critican. Es paradójico porque, aun sabiéndolo, lo ocultan pues se “adaptan” a los tiempos y en ese proceso van perdiendo su conciencia de clase hasta olvidarla completamente. Se mimetizan de tal manera que terminan confundiendo dónde está el verdadero enemigo: se enamoran de gobiernos supuestamente progresistas y confunden socialismo con populismo barato, democracia burguesa con revolución y terminan añorando al populista más magnánimo que, a lo sumo, repartió más parches y engaña pichangas que otros gobiernos burgueses.
Todas las desgracias descriptas en estas líneas no son más que el reflejo de las disputas entre burgueses, no son las nuestras. Se disputan los negocios y el estado como principal garante y benefactor para esos negocios que los enriquecen. No hemos sido derrotados en ninguna revolución, apenas si somos los convidados de piedra de su rapiña y sus enfrentamientos para mantener sus respectivos status quo. Esto nos lleva a sostener que debemos pensarnos como miembros de una clase explotada y sometida, tomar conciencia de la imperiosa necesidad que tenemos de generar nuestra propia salida. Por ahora, dejar de imaginarnos resistiendo, para imaginarnos pasando a la ofensiva antes de que nos aplasten del todo. Proponemos, una vez más, la unidad, partiendo de las coincidencias en cuestiones amplias, de forma sencilla, que nos permitan cerrar filas. Reiteramos cuál es nuestra propuesta para avanzar:
1. Ruptura de los pactos políticos, militares y económicos con el imperialismo.
2. Hermandad latinoamericana.
3. Defender las garantías constitucionales. a. Derecho al empleo, a la vivienda, a la educación y a la salud. b. Respeto a la libertad de expresión.
4. No a los despidos y suspensiones. a. Aumento salarial del 50%. b. Derogación del impuesto a las ganancias. c. Derogación de las leyes de flexibilización laboral. d. Derecho al trabajo digno. e. Libertad de agremiación. f. Derecho a huelga.
5. No a la represión. a. Derogación de la Ley Antiterrorista. b. No al gatillo fácil. c. Desmilitarización de las fuerzas de seguridad.
6. No al tarifazo.
Y sólo estamos hablando de avanzar, estirarnos un poco más que hasta donde nos dan las cobijas. Estamos hablando de hacer el esfuerzo, de honrar a nuestros caídos que soñaban con libertades y justicia que hoy no tenemos, de trabajar por la unidad con la generosidad necesaria para recrear la perdida confianza. Las masas están dando la respuesta que pueden: salen una y otra vez a la calle para enfrentar a la canallada que es vivir como nos están imponiendo. Una y otra vez intentan poniendo el cuerpo. Es un DEBER estar a la altura de las circunstancias, especialmente los militantes políticos que tenemos la mayor responsabilidad.
Este colectivo al que pertenecemos ha tomado todas las herramientas de nuestros caídos, no sólo sus banderas. Desde ese lugar de tanta responsabilidad asumimos el rol que nos corresponde porque consideramos que es la única manera honesta de honrar a nuestros compañeros que quedaron en el camino de la Revolución Socialista.
El Partido Revolucionario de los Trabajadores cumple 51 años de existencia este 25 de mayo. No nació de la nada ni por el capricho de un par de dirigentes, sino al calor de la lucha de clases, se creó como respuesta a una necesidad colectiva, fue parte del proceso que llevó a las masas a su auge, regó el camino con la sangre de miles de militantes. Levantamos sus banderas con compromiso, respeto y honra. Con esos compañeros aún tenemos una deuda: hacer la Revolución.
POR LA UNIDAD Y LA LUCHA CON ORGANIZACIÓN: ¡Gloria a nuestros caídos! ¡Salud a todos los que hoy nos acompañan! ¡Gracias a nuestro sufrido pueblo que una y otra vez se levanta de sus propias cenizas!
A vencer o morir por la Argentina.
14 de Mayo de 2016.
Amanda Cánepa.
PARTIDO REVOLUCIONARIO DE LOS TRABAJADORES
Tapa El Combatiente Nº 70

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